Su propia guerra by Tony Joaquín González

Su propia guerra by Tony Joaquín González

autor:Tony Joaquín González
La lengua: eng
Format: epub
editor: Penguin Random House Grupo Editorial España
publicado: 2020-05-15T00:00:00+00:00


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34 Ministerium für Staatssicherheit. Policía secreta de Alemania Oriental cuyos Departamentos VIII y IX eran una copia al carbón de la Gestapo nazi.

35 Entre los que estaban un vicealmirante, el embajador en Colombia y el presidente del Instituto Cubano de Amistad que era mucho más conocido por ser quien efectuaba el disparo de gracia a los fusilados durante los años 1959 y 1960.

36 Dirección General de Inteligencia.

Capítulo 7. Novedades

«Cuando un amigo se va,

deja un espacio vacío».

Alberto Cortez

Octavio salió de la prisión de Valle Grande un viernes caluroso de verano a las tres de la tarde. Suchel lo acompañaba. Era inusual que se otorgara una libertad a esa hora. El trámite burocrático resultaba tan complicado y absurdo que las órdenes comenzaban a llegar después de las seis, a menos que situaciones especiales aceleraran el ritmo de los papeles. En este caso, fueron dos trámites: Octavio Sánchez Guzmán y Miguel Antonio Duarte. El causante de la premura fue Omar.

Desde el área exterior del recinto, definido como de menor severidad, Tito pudo observar el instante en el que ambos atravesaron el portón eléctrico y dibujaron la señal de la cruz en el suelo, dando gracias al señor por haberlos devuelto al mundo sanos y a salvo. Octavio hizo la reverencia como pantalla para que todos los que estaban fuera lo vieran, pero su instinto le gritaba que nunca había estado menos a salvo que en el futuro inmediato. No se equivocaba.

Nadie los estaba esperando, así que caminaron hasta el paradero de la Lisa. Allí tuvieron que hacer una cola de dos horas para poder abordar el ómnibus de la ruta, el expreso 133, que los trasladaría a su destino provisional en Centro Habana. El viaje terminó en la estación central de ferrocarriles. De ahí caminaron hasta la calle Gloria con Cienfuegos, donde quedaba el solar en el que vivía Caridad. Era un edificio viejo con puertas de arco y un pasillo largo con cuartos a ambos lados. Al final del corredor, una escalera de cemento permitía subir al segundo piso. Los baños eran colectivos, tanto en la planta inferior como en la superior, sin determinación de géneros. Algunos residentes, los más pudientes, habían adaptado sanitarios privados en sus instalaciones. Caridad era una de esas personas que gozaban del privilegio de poder asearse en la intimidad.

Macario estaba sentado en la puerta, como casi siempre. Desde allí divisó a Octavio y a Suchel, que se acercaban por la acera. Entonces entró en la habitación. No tenía la menor intención de saludarlos. Suchel lo vio primero y comentó en tono de burla:

—Ahí está Macario haciendo la guardia del comité.

—Tremendo mondongo el personaje —le dijo Octavio sonriente.

Los hombres subieron la escalera y tocaron a la puerta de Caridad. Esta abrió sorprendida. No conocía a Octavio y tampoco esperaba a Suchel. Hacía algún tiempo que estaban separados. Ella era mucha mujer para él y los dos se dieron cuenta a tiempo. Sin embargo, quedaron como buenos amigos.

—Eh, eh, visita —soltó a modo de saludo.

Octavio la vio por primera vez.



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